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La Novia de Frankenstein

Una breve reminiscencia de la obra de Franz Waxman

Por Milenko Karzulovic, autor de El Barón de Pest

Parte I

       A medida que las luces disminuyen, el ruido y el bullicio varían; en un glissando a murmullos y en cosa de segundos a mudez total. La pantalla se ilumina con las imágenes del corto noticioso de la Universal; Hitler y Alemania

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comienzan su rearme, resquebrajando el tratado de Versalles de 1919; se pone en marcha la Ley de Seguridad Social, pieza fundamental del New Deal, propuesto e impulsado por el presidente Roosevelt en 1933; Mussolini, ante la sorpresa del mundo, invade Abisinia. Luego, una elipsis fugaz y el conocido símbolo de la compañía de Carl Laemmle; el mundo girando, circundado por un monoplano. Entonces surgen las primeras notas, dispersas en un tremolo in crescendo de violines y arpegios de arpa, apoyando la primera imagen: «Carl Laemmle presents, Karloff, in…». Un par de segundos después, en el cenit de las cuerdas, el segundo cuadro, con el esperado título: «Bride of Frankenstein», respaldado con uno de los motivos principales de la música que acompañará al film (el que identificará a la criatura). A partir de entonces se sucede la presentación de créditos [1], mientras el tema central, de la que será una de las bandas sonoras más famosas del cine, se libera por primera vez al público.

 

[1] Entre estos se hace la mención de que la película está «sugerida por la historia original, escrita en 1816, por Mary Wollstonecraft Shelley» (sic).

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El compositor
    Franz Wachsmann nació el 24 de diciembre de 1906 en Königshütte, ciudad perteneciente al Imperio del entonces Kaiser Guillermo II (hoy Chorzów, Polonia), y fue el menor de seis hermanos en el seno de una familia judía. Su infancia se desarrolló en un período de calma, el que antecedió a la tormenta de la 1ª Guerra Mundial y el último que conocerían los germanos en mucho tiempo. Tomó clases de piano a partir de los siete años y fue el único de los Wacshmann con tendencias musicales, las que desarrolló desde entonces. En los años iniciales de la década de los 20s, en una Alemania ya derrotada y desgastada por la guerra y con persistentes eclosiones sociales y enfrentamientos ideológicos, el joven músico comenzó a trabajar (aconsejado por su padre), como cajero de un banco, con cuyo sueldo costeó clases de armonía, piano y composición. Luego de algo menos de tres años decidió viajar y probar suerte, primero en Dresde y más tarde en Berlín, en donde pudo continuar sus estudios y ganarse la vida, tocando el piano en clubs nocturnos y con una popular banda alemana de jazz, la Syncopaters Weintraub. Para este grupo también realizó arreglos, al mismo tiempo que se introducía en la orquestación de films, gracias a lo cual conoció al compositor Frederick Hollander, quien, además de arreglar temas para los Syncopaters Weintraub, componía música para películas. En momentos en que el nacional socialismo se hacía del poder, Hollander es quien ofrece a Wachsmann su primera gran oportunidad; orquestar y dirigir la partitura que está componiendo para una importante producción, que tutela uno de los más famosos directores del momento en Alemania, Josef Von Stemberg. La película se estrena en 1930 y se titula El ángel azul (Der Blaue Ángel), siendo un éxito que lanza a la fama a su protagonista femenina, la actriz Marlene Dietrich. Poco después, en 1932 y posiblemente frente al inevitable acrecentamiento del nazismo y al igual que muchos otros artistas e intelectuales, el naciente compositor se traslada a Francia, en donde continúa trabajando con cineastas germanos, orquestando y componiendo 
[2]. También es en este período cuando cambia su apellido, de Wacshmann, a Waxman.

[2] Durante su estadía en Francia orquesta y/o compone para una quincena de films, aunque casi todos en sociedad con otros músicos.

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       En 1934, y aún hallándose en Francia, Erich Pommer, quien se había desempeñado como productor en El Ángel Azul, le ofrece a Waxman un nuevo y mayor desafío; componer la música para la película Liliom, de Fritz Lang. Poco después, ese mismo año, le invita a trabajar con él en una nueva producción que se llevará a cabo en los Estados Unidos; es la ocasión de trasladarse a la meca del cine y, al mismo tiempo, escapar de un continente que se apresta a la mayor conflagración que sufrirá en su historia. Ya en Norteamérica, no tarda en cultivar la gran oportunidad que todo nuevo compositor de música de películas (inmigrante o no) sueña; conocer un famoso director que le contrate

para una ingente producción. El cineasta es James Whale y la película La Novia de Frankenstein (The Bride Of Frankenstein, 1935). El éxito es tan inmediato como colosal y, a partir de ese instante, Franz Waxman se convierte en uno de los compositores más solicitados y activos de la industria cinematográfica. Pero antes de La Novia de Frankenstein, estuvo la película que le abrió el camino.

El primer film: Frankenstein
    En el pasado siglo, en los primeros años de la década de los`30, el cine intentaba acomodarse al cambio más radical de su historia; la incorporación del sonido a las imágenes en movimiento. La innovación conlleva transformaciones de todo tipo; necesidad y desarrollo de cámaras más pesadas y elementos que las transporten, como grúas y carros sobre rieles, abriéndose con ello nuevas posibilidades estilísticas y estéticas; los costos de producción suben y las salas deben ser reacondicionadas, para los nuevos proyectores y equipos y para rellenar los proscenios que ya no albergarán una orquesta; junto a las primeras palabras nace de inmediato un nuevo género, el musical, y con éste las coreografías, los compositores y los bailarines y cantantes actores; de manera abrupta son desterrados los que no logran ajustarse, como los histriones con mala dicción o voz inadecuada, y bienvenidos los nuevos y necesarios talentos, como los guionistas y los directores teatrales. De entre estos últimos emerge James Whale, un inglés contratado como director de diálogos para la superproducción de la Paramount de 1930 Hell´s Angels, del excéntrico y millonario Howard Hughes. Un año después, Whale es concertado por la Universal para hacerse cargo, esta vez como director, de alguno de los proyectos en preparación. El británico se decide por la que será la segunda incursión de los estudios de Carl Laemmle en el género del terror. 

       En el año 1931, y sólo pocos meses antes, la misma productora había estrenado Drácula, bajo la dirección de Tod Browning y, encarnando al inmortal noble transilvano, un actor de origen rumano, que se había destacado los últimos años en la 

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versión teatral de la misma obra: Bela Lugosi [3]. El film de Browning obtuvo tal éxito que la Universal intenta repetir la fórmula: un famoso personaje literario, y por ende ya conocido por el público, proveniente de una novela gótica y traspasado a la gran pantalla, pero al estilo Hollywood. Por supuesto, la elección fue Frankenstein [4].

Bela Lugosi

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Boris Karloff

     La recreación de la receta implica contar con Lugosi en el papel del nuevo monstruo, sin embargo éste declina, argumentando que el personaje, al no pronunciar palabra alguna en todo el film, no le permitiría mostrar sus dotes de actor. Whale no pierde tiempo y contrata a un actor secundario, de origen inglés como él, al que considera muy adecuado por sus facciones y físico: Boris Karloff.
 

[3] Bela Lugosi nació en 1882 en Lugos, entonces parte del imperio Austro Húngaro, hoy conocido como Lugoj, y perteneciente a Rumania. 
 

[4] En principio, la Universal había contratado al cineasta Robert Florey para dirigir Frankenstein, pero antes de comenzar el rodaje se le sustituyó por Whale.

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